lunes, 4 de mayo de 2009

Pelotitas chicas, y un poco más grandes








Me contó un compañero ocasional que en el barrio de Caballito, más precisamente en la calle Alberdi, hay un pelotero. Un pelotero equipado con todas las cosas habituales a un establecimiento de este tipo. Sin embargo, no es igual a los otros. Cuenta con cama elástica, paredes de redes, lechos de pelotitas de colores, pero no es igual a los demás por el tipo de público que admite. Es un pelotero para adultos.



Allí se reúnen muchachones fornidos y chicas bien alimentadas a jugar entre las pelotitas y tirarse por el tobogán.


Pensé entonces en estos señores y señoras de posición económica holgada, cuando no acomodada, que gastan sus pesitos en este comercio.


Me los imaginé remisos a pagar impuestos, más o menos como casi todo el mundo.


Y se me ocurrió: qué fácil sería redistribuir el ingreso si el Estado pudiera conservar para sí el monopolio de las pelotudeces.





Foto de La Nación

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