lunes, 8 de junio de 2009

Huracán campeón



No es una expresión de deseos. No soy de Huracán (aunque respeto mucho al club, con lo cual ya estoy dando a entender que tampoco soy de San Lorenzo).


El tema del post (y del título del post) es la reelección de Carlos Babington como presidente.


Un hombre que se hizo cargo del club cuando estaba en el ascenso y con más de 100 pedidos de quiebra en contra, resultado de los estrafalarios pasivos inconmensurablemente acumulados durante años.


Levantó como cincuenta pedidos de quiebra, redujo el pasivo a una expresión mínima de acuerdo con la historia reciente del club, reconstruyó un estadio hermoso pero abandonado durante años (después de que estuvo un tiempo inhabilitado, es cierto), recuperó la Quemita, el equipo ascendió y se mantuvo en primera.


Le criticaron su mala relación con los técnicos (algunos ídolos e hinchas reconocidos de Huracán), por el hecho de que no condescendió a comprometer las finanzas de la institución para pagar sus contratos (había, en Huracán, un evidente clima de crispación, con falta de diálogo y consenso incluida). Cuando, finalmente (después de la salida de Mohamed y Ardiles), Ubeda quedó a cargo del equipo y, con un plantel austero, no pudo sostener una campaña aceptable, sus detractores encararon la crítica echándole en cara que los resultados deportivos no estaban a la altura de la historia de la institución. Las críticas de las huestes del empresario Ginevra y el ingeniero Vila enfocaban en la situación futbolística de Huracán, por aquel entonces.


Ya con Cappa como entrenador, y el equipo (cargado de juveniles con contratos mínimos en comparación con los de los clubes con los que pelea) disputando la punta del campeonato de primera división, le achacan que institucionalmente Huracán no está recuperado, y que corre riesgo de quebrar, ya que no puede levantar definitivamente la convocatoria de acreedores (me imagino que en gran parte por los desmanejos de gestiones anteriores, que Babington heredó).


Y yo encontré muchos paralelismos entre esta historia y la de Néstor.


Por eso saludo a los hinchas de Huracán que se ponen contentos porque hoy, aquel rubio número diez que les dio tantas satisfacciones cuando la empalmaba de zurda, sigue siendo presidente, para seguir haciendo que Huracán vuelva a ser el gran club que no debió nunca dejar de ser.





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