miércoles, 19 de agosto de 2009

Dos Argentinas

Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.

Antonio Machado



Una que mira a Miami. Y si es necesario se muda a vivir allí, para seguir con “los negocios”. Para asegurar fortuna.
Otra que se queda, que entiende de raíces y permanece. Y, cuando viene la buena, se compra una mansión que no quede lejos de la casa de los viejos, allá en Valentín Alsina.

Una que intenta ser disciplinada, protocolar, prolija y bien peinada. – Un encanto de chico – dirán las potenciales suegras.
La otra que será locura y ardor. Movimientos de cintura importados que humedecen bombachas locales. Cigarrillos a escondidas de mamá.

Una que, de partida, estará del lado templado. Del lado seguro. Cantando canciones prolijas en El Club del Clan, todos los sábados. Para que después lo comente la tía Emilse.
Otra que romperá los moldes a patadas de creatividad. Jugando la apuesta de cantar rock and roll en castellano, sin miedo al ridículo. Sin perder la insolencia que lo parió.

La primera crea para conformar, para contener. Para distraer a la distraída clase media cuando los falcon verdes salen de cacería.
La segunda. La segunda rompan todo. Es rock. Es melódico. Es balada. La nota se la puso Javier Martínez: “(...) es un verdadero maestro del rock, y eso poca gente lo sabe, porque después se dedicó a otro género, que lo hace muy bien también. (...) pero fue un gran maestro para todos nosotros”

La primera, treinta años después , se travestirá a la política en su forma más obscena. Acompañando a La Rata traidora y sobreactuando una liturgia política con la mismas artes con las que engañan los vendedores de autos usados.
La segunda, treinta años después, siempre en el escenario, que es su terreno natural, realizará un recital que denominará “30 años de magia”. Sin estridencias. Deberá repetirlo en otras diecisiete oportunidades, convocando unas 60.000 cachorras: sus “nenas”. En cada oportunidad el escenario terminará cubierto de flores, de fotos, de prendas íntimas y de amor sin consumar.

Los que nos leen ya saben a quien saludamos en este día.

Feliz cumpleaños, Sandro! Y que sean muchos más!




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