lunes, 12 de octubre de 2009

10 de última



Introduje los dedos en los bolsillos superiores del saco, cruzándome los brazos
robé bolsillos traseros del pantalón, acercándome de espalda, tranquilo
robé el dinero guardado en el bolsillo interior de las carteras de mujer
y hasta robé el bolsillo interior del saco
en “estafas” menores, con los naipes, trabajé de informante
en hurtos basados en la prestidigitación y la confusión, me encargué de distraer con mi charla
qué puerta, qué caja fuerte, qué cajón no se me rindió
cuando robaba, ingresando en viviendas vacías, utilizando la ganzúa larga.

Pero ahora, enfermo de los pulmones
en la calle, casi muerto y abandonado como un tonto
sólo espero a la Muerte que, de paso,
me sacuda su guadañazo y me empuje al sarcófago

Le crucé el auto al personaje más rico
el truco del fajo falso y el del cambio de falsos por buenos eran mi especialidad
me defendí bien cuando me ví amenazado
sin necesidad de un abogado porque conozco los rudimentos
viví dentro del casino, me gustaban mucho los dados
me porté bien con los amigos cuando el hambré los maltrató
en las situaciones más peliagudas no me puse nervioso ni recibí una herida
y por una tontería fui condenado a Usuhaia



Y, la verdad, queda bastante shomería. Pero si lo dejás al troesma, te lo deja en lunfa, mucho mejor.

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