domingo, 8 de diciembre de 2013

El vivero



Existe un “modelo” kirchnerista. Por supuesto.

Y además existe la frase “el modelo K”. Esa que las usinas mediáticas conservadoras y los lobistas disfrazados de opinólogos, cierran al pronunciarla con una media sonrisa que busca la complicidad del operator de turno, sea en el piso de TN o en alguno de sus 200 y pico de medios. Por poner algún ejemplo los  brillantes Alfano, Ruiz Guiñazú y Caride (a dios gracias son así de brillantes).

Esconden aviesamente la existencia de otro proyecto, antagónico y hegemónico, de retornar a nuestro país en una economía extractiva exportadora, perfectamente adaptada al cumplimiento de su rol en el contexto internacional, dominado por ideas neoliberales aún 5 años después del infarto de miocardio en el corazón neoyorquino.

Pero volvamos al “modelo K” que es el que nos interesa abonar y defender.

En tren de metáfora podría concebirse como un invernadero que hemos construido para hacer florecer una producción de especies que le dé trabajo y sustento a nuestros habitantes y que, en su excedente, nos permita intercambiar con nuestros vecinos aquellos bienes que o todavía no estamos en condiciones de producir o, por una cuestión de escala o razonabilidad, no planeamos hacer. Las palabras “no podemos” quedan exceptuadas.

Como en cualquier otro, en nuestro invernadero debemos pensar y actuar en por lo menos dos planos: por un lado proveer condiciones básicas y generales en las que la vida del invernadero se produzca sin contratiempos y sin limitantes que la pongan en riesgo. Pensemos estas condiciones como las reglas de juego macroeconómicas que articulan la presencia de luz, de agua, de aire y un sustrato acondicionado, en las cantidades y calidades deseadas.

Es lo que se denomina política económica. Nos acompaña, con ligeras variaciones, desde 2003. No reside sólo en la elección de un terrenito favorable. También incluye protecciones contra las inclemencias meteorológicas, abonos y fertilizantes que garanticen sustentabilidad, como así también la correcta aireación y el confort de sus trabajadores. Y si bien el jardinero jefe falleció hace algunos años, sus sucesores continúan la labor adecuadamente.

Dadas las condiciones descriptas, es de prever que, de no mediar voluntad y acción, al principio tendrá lugar la irrupción de todo tipo de vegetación. Las condiciones están dadas para el florecimiento de la más delicada de las orquídeas, pero también para el más agreste de los neneos. Prima facie, todos tienen su chance en este vivero.

Ahora bien, es razonable que todos crezcan y se multipliquen irrestrictamente? Claramente la respuesta es no: la producción del vivero no sólo está hecha para darle trabajo a la mayor cantidad de jardineros posible; recordemos también que necesitaremos insumos, herramientas y especies que no producimos y que deberemos intercambiar con los viveros circundantes.

Conociendo la naturaleza de las especies, desde el punto de partida se establecerá una competencia por los recursos que, librada al simple azar y desidia, convertirá a nuestro vivero en poco más que un terrenito baldío categoría premium.

Si nos interesa un proyecto sustentable y de largo plazo, debe aparecer, en perfecta coordinación con las políticas macro explicitadas párrafos más arriba, un set de políticas micro que se articulan con las anteriores. Esta es la otra cara, fundamental e impostergable de la moneda del desarrollo en países como el nuestro.

Jardineros que se distribuyen a lo largo del vivero poniéndole un orden y un sentido al surgimiento y desarrollo de las especies preferidas y límites no siempre cancelativos a las especies con baja prioridad (no se trata de matar llanamente a los que no nos interesan, se trata de posicionarlos para que no compitan en recursos con los “champions”)

En tren de parangones, si al primer set de condiciones podemos asociarlo, en nuestro gran vivero nacional, al Ministerio de Economía, el segundo set queda íntimamente ligado al trabajo parcela a parcela, a lo que los economistas denominan “la micro” y que no tiene mejor representación que el Ministerio de Industria. Si el primero sabe qué hacer con el valor del dólar, el segundo debería conocer con rigor y robustez que pasa al interior de cualquier sector industrial, por ejemplo el relacionado con la producción de telas para neumáticos o el de cromado de piezas metálicas.

Se trata de trabajo arduo y silencioso, nada épico, pero medular en la sustentabilidad del vivero.

Y si al cabo de 10 años el modelo consigue mantener en pie trabajosamente las condiciones macro de agua, aire y luz y lo que tenemos adentro del vivero es una profusión desprolija y desarticulada de especies, escalas inadecuadas, ganadores inesperados, parcelas inexplicablemente aventajadas y prioridades inaplicables o nulas, lo que tenemos es el problema del que somos testigos hoy.

Digámoslo de una vez. Después de 10 años de acondicionar y sostener condiciones para un vivero fértil y prometedor, nos encontramos que el trabajo micro ha tenido un desarrollo pobre y lamentable. Y desde este blog apoyamos la tesis que indica que la solución a los problemas de nuestra coyuntura económica tienen dirección en Diagonal Sur y no en el Palacio de la calle Yrigoyen.

Pero cómo? Contradicto está diciendo que la industria no ha crecido?
Incorrecto.
Contradicto dice que la industria ha crecido como en ningún otro lugar de Sudamérica.
Pero también dice que ese crecimiento es esencialmente hijo de las condiciones macro (como Román, Contradicto a veces habla y escribe en tercera persona).

Pero no será que la erosión de las condiciones macro de los últimos años es causa y no consecuencia de esta indigencia de resultados en las políticas industriales? No ha lugar.
Por el contrario, se trata de un trabajo que debe realizarse de manera articulada y realimentada. Una adecuada aplicación de políticas micro, desde el comienzo, colabora en mejorar sistemáticamente las condiciones macro. Si alguien en el vivero se preocupa en producir altos volúmenes y buena calidad de orquídeas, eso colabora directamente en los términos de intercambio del vivero con sus vecinos: una buena orquídea vale varios azadones.

Lo que no es novedad es que el kirchnerismo ha sido absolutamente refractario a la aplicación efectiva de la tantas veces discurseada sintonía fina. Las pocas veces que ingresó en esa senda, lo hizo a regañadientes, duró un suspiro y abortó antes de siquiera ver los primeros resultados (qué porcentaje de propiedades en el corredor norte del AMBA están pagando tarifas sin subsidios en sus servicios?).

De manera que, siendo lamentable, es razonable: la sintonía gruesa es al Ministerio de Economía (y funciona!) lo que la sintonía fina es al de Industria (y hace agua!).

Con los recientes cambios de gabinete económico reaparecen viejos debates sobre este tema. Sin ir más lejos hoy mismo, Raúl Dellatorre en Página12 reabre un gastado debate sobre precios y oligopolios industriales. Deja vù de lo que le ocurre al kirchnerismo con cada nuevo espuelazo inflacionario: reaparece el lloriqueo contra los sucios-malos-y-feos del acero, el aluminio y el cemento. La pregunta que nos hacemos reiteradamente en este blog es simple: CUÁL HA SIDO LA POLÍTICA INDUSTRIAL hacia esos sectores privilegiados y oligopólicos?

Y una peor: cuál podría ser esa política, cuando la cartera de industria está liderada por una lobbista de la cámara fabril más retrógrada e inoperante que un país con estas aspiraciones pueda darse?

Lo anticipamos: no tenemos muchas oportunidades.

Si al vivero no lo trabajamos de manera denodada, consciente y planificada, se lo terminará llevando puesto un yuyo, el de la soja.

3 comentarios:

Best Seller dijo...

Excelente análisis y analogía!
Saludos.

Udi dijo...

Y...si.

Anónimo dijo...

MI ABUELA DECÍA, FÍATE DE LA VIRGEN Y NO CORRAS!