martes, 6 de mayo de 2014

Pão de queijo nao tem carozo


Harina o fécula de mandioca, medio kilo
Leche, 200 ml.
Agua
Huevos, 3
Aceite común (girasol, maiz, soja), 100 ml
Sal
Queso rallado, una taza y media

En un almacén bien completo, o quizás una tienda de productos naturales, seguramente se podrá conseguir harina de mandioca, que se vende suelta o por kilo. Dependiendo del tamizado, puede estar identificada como "fécula" de mandioca. Cualquiera de ambas sirve a nuestros propósitos.

Fíjese que para todas las medidas de nuestra preparación es suficiente una taza o un vaso.

En una jarra tipo hervidor ponga a calentar una taza de leche, junto con media taza de agua y media taza de aceite. Agregue dos cucharaditas de sal y sólo deje calentar.

En un bol aparte disponga el medio kilo de harina de mandioca y cuando la preparación anterior llegue al hervor, vierta sobre la fécula. Mezcle con una cuchara o cucharon, todavía no con las manos (recuerde que estuvo hirviendo). Cuando todo esté mezclado vuelque el contenido de los dos primeros huevos y la taza y media de queso rallado. Puede poner dos tazas de queso, si le gusta exagerar.

Cuando la temperatura lo permita será el momento de meterle manos a la masa y mezclar todo muy bien, hasta que la masa se vuelva homogénea y maleable. La clave para saber si esta está en su punto justo es que despegue bien de la superficie plástica del bol, sin pegotearse. Si todavía estuviera muy seca, polvorienta, o se "resquebrajara", puede adicionarse el tercer huevo. Por el contrario, si está muy húmeda habrá que agregar un resto de harina o fécula.

Con la ayuda de una cuchara sopera y las manos haga bolitas del tamaño de albóndigas pequeñas que irá ordenando sin que se toquen en una bandeja (esta no necesita enmantecado ni harina, la masa tiene aceite). El horno precalentado debe estar alto (aprox. 230 grados). La cocción dura aproximadamente 30 minutos y la forma de identificar si la el punto es el correcto es la cáscara exterior, crocante y dorada.

En este mundial brasilero, con mate y amigos, el pão de queijo puede ser el conjuro para ganarle de una vez a Alemania, pasar a la ronda siguiente y quebrar esta sequía de 28 años.

Dedicado a @mendieta, que siempre está listo para experimentar.



1 comentario:

Anónimo dijo...

¿“Pão de queijo”? Chipá, chabón, de toda la vida.