viernes, 1 de mayo de 2015

Un partido ahí, a la derecha


Materia para politólogos hechos y derechos, que los tenemos y buenos.

Desde acá, sólo por el olfato.

Creo que asistimos a un proceso inédito e inesperado en el escenario político argentino. Nuestra derecha, que durante 160 años gobernó desde algún tipo de violencia, al principio desde la coacción patronal del voto cantado y el documento en poder del capanga, luego con la violencia de los tanques en la plaza y los militares en la Rosada y finalmente con la violencia sanguinaria de torturas, secuestros y desapariciones, empieza a encauzarse y someterse al discreto encantamiento de las urnas.

Será que los globos amarillos, la música pegadiza, el bailecito de Mauricio son el preanuncio, la fiesta inaugural, de ese partido único de derecha que tardó 160 años y decenas de miles de hermanos argentinos muertos, desde Dorrego, pasando por los muertos de la Revolución del 90, la Patagonia Trágica, los fusilamientos en los basurales de José León Suárez, la Revolución Libertadora y la Revolución Argentina, hasta Julio López?

Pues en tal caso sería una de las mejores noticias desde el Juicio a las Juntas ponele, mejor que haber pagado la deuda externa, mejor que haber salido sanos y más o menos salvos del 2001, mejor que Yaciretá y Atucha.

Una derecha que le cree a la democracia, que se prepara para competir pacíficamente, que en lugar de mandar soldados a apretar el percutor manda juventudes NBS rubias y regordetas a apretar el persuasor, que arma focusgroups con la guita de los factores de poder, ponchadas de mangos para imprimir afiches prolijitos lindos amarillos Arial tamaño 128 que digan el nombre del candidato dos apellidos de ocasión, ese que va a salir en la tele con la cara del mejor yerno del universo, hablando con las abuelas que toman sol en la plaza y extrañan al Almirante, todos cansados de esta izquierda corrupta, populista y despilfarradora.

Que la derecha entre al redil, que se avenga a las reglas del juego democrático y que participe en paz es como decir que la hayamos domesticado. Haberla domado no es poca cosa.

Habremos creado un régimen competitivo e inmediatamente se harán presentes los efectos secundarios beneficiosos para la sociedad: tendremos un adversario contra quien disputar. Un adversario con argumentos, propuestas y mucha guita para someterlas a debate, para marcar agenda. De este lado tendremos que estar en forma para ganar democráticamente la discusión. Inteligencia, creatividad, audacia, es decir, estar a la altura del desafío. Entrenar. Eliminar grasa y crear músculo. Músculo pensante donde lidera el que tiene las mejores ideas y el que sólo sabe pegarle al bombo, le pega al bombo. La división del trabajo en política.

Habrá que aprender a perder. Y cuando eso ocurra, doblar los esfuerzos para ganar.

Habrá que elegir entre la tesis Brienza, tratando de entender y convencer al electorado, o la tesis seisieteochista con Cynthia García como la zorra que desdeña los votos-uvas porteños porque están verdes. No necesito decir de qué lado estoy.

En corolario, una derecha democrática nos hace bien a todos. A todos. También a los que estamos del lado contrario.

Solo hay que tomar algunos recaudos. Nosotros seremos el partido de la izquierda, del cambio, del progreso. Aún cuando a nuestro interior haya derecha. Está lleno de esos partidos en todos lados y todos los momentos: hay que estar atentos porque el poder fáctico los coopta. Con prebendas, con promesas, con cargos o, lisa y llanamente, con guita.

Ya nos pasó. El Coti Nosiglia y el Chupete Manzano eran lo más revolucionario, lo más sagaz y progre por estas pampas. Uno peronista y uno radical, lo que demuestra que el proceso es políticamente atérmico. Hoy, más que empresarios, más que dueños de medios, más que ricos, ambos son enormes, silenciosos (y temibles) operadores políticos. Ambos se convirtieron en instrumentos perfectos del vaciamiento de la política que vivimos en los años 90.

Y ahora le pasa a Europa: el instituido PSOE español, que supo ser una suerte de partido progre post-franquista, hoy no ve obstáculos para aliarse con la más rancia derecha que representa el instituido PP, en contra del instituyente que representan los chicos de Podemos.

Lo mismo que el socialismo francés de Hollande o el italiano del PD. Cooptados por la oleada neoliberal que los domesticó hasta convertirlos en frase monocorde que repite como un mantra: ajuste o caos, ajuste o caos, ajuste o caos…

No nos puede pasar esa cooptación. Y eso no significa, ni mucho menos, dar rienda suelta a esa suerte de policía política que en algún momento intentó desplegarse desde algunos lugares del kirchnerismo. La vacuna anti-cooptación se construye con debate, con discusión, por caliente que sea, sin chapear y sin tirarle a nadie los cargos por la cabeza.

El kirchnerismo mejora sustancialmente cuando Brienza se pelea con 6-7-8, que cuando todos asienten con la cabeza. El kirchnerismo tiene eso. Y en el partido opositor el dedito del patrón de estancia elige al sucesor. Sutiles diferencias que nos marcan el precio y el valor de la democracia.

Y que demuestran que Cristina entiende que es posible sucederse por un candidato que está a la derecha. Esta sociedad estaba tirando cascotes en diciembre de 2001 y hoy reclama el aumento del mínimo no imponible de ganancias. La pantalla cambió y  la sociedad se corre a la derecha. CFK creé que es factible acompañarla. Hacerlo sin dejar de tensar la cuerda de la redistribución progresiva del ingreso.

También habría que preguntarse cuánto le debe este nuevo escenario electoral a quienes militaron fervientemente las políticas de Memoria, Verdad y Justicia.

Mientras tanto, que sea Macri el sujeto fundante de este nuevo escenario es la paradoja que le reservamos como época a los libros de Historia bajo un texto como el siguiente: “El Partido de Derecha en Argentina fue fundado por un señor que no podía hilar tres frases seguidas, al menos sin que la cuarta fuera ‘necesito vacaciones’”.

Señales de un nuevo tiempo. Como la llegada de la primavera, empecemos a bajar de peso.

Y que gane el mejor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Una derecha que le cree a la democracia,..." "Nosotros seremos el partido de la izquierda, del cambio, ..." -> El clivaje político en Argentina es peronismo vs. antiperonismo, no "derecha" vs. "izquierda". "Nosotros" seremos peronistas o no seremos NADA. Qué "izquierda" ni niño envuelto.